Afrontar dificultades económicas requiere implementar planes de ahorro, de pagos y hasta negociaciones
En más de una oportunidad nos surgen imprevistos: la pérdida del empleo, la enfermedad propia o de un ser cercano, disminución de las ventas en nuestro negocio, etc.
Todos ellos escenarios que complican nuestros gastos corrientes. Y si, encima, hemos contraído una deuda con algún banco, lo más seguro es que nuestras preocupaciones se intensifiquen.
Nuestra cabeza, primero, y el resto de nuestro cuerpo, después, se convierten en una caldera a punto de reventar, algo como esto:
“En ese momento su mente se había convertido en una arena en la que hubiera muchos luchadores peleando. Cada pensamiento que surgía chocaba con algún otro pensamiento ya presente, y era incapaz de pensar en nada.
“De repente, mientras caminaba, su tristeza estuvo a punto de salir en forma de vómito, y se le ocurrió, ¿qué se le ocurrió?, que, dado el estado de impotencia en que se hallaba, podía parar a ese hombre que pasaba a su lado a grandes zancadas. Estuvo a punto de decirle:
—Oiga, no me encuentro bien.”
El fragmento que acabamos de leer pertenece al cuento “El grito” del escritor Hasan Manto. El protagonista de la historia es un padre de familia que, luego de pagar puntualmente el alquiler durante cinco años, se retrasa un par de meses para cubrir los gastos de una repentina enfermedad de su esposa. Pero su casero no lo entiende, sino que lo humilla.
En este pedazo de la historia se evidencian varias manifestaciones del estrés financiero:
● Dificultad para pensar con claridad.
● Necesidad de expresar tristeza, frustración y rabia.
● Estado de impotencia.
● Anhelo de comprensión.
Primeros auxilios para nuestras emociones
¿Qué debemos hacer cuando tenemos problemas económicos o de deudas? Debemos tomar medidas financieras, pero en paralelo atender nuestras emociones.
De lo contrario, no podremos llevar a buen puerto nuestro plan de rescate. Aquí están los pasos a seguir para revisarnos y actuar con sensatez:
1. Aceptar los problemas financieros o de deudas
Lo primero es no caer en el autoengaño, aceptar que hay un problema de endeudamiento al que hay que hacer frente y que exigirá, entre otras cosas, una temporada de austeridad.
2. Conocer nuestras emociones
Tomarse un tiempo a solas e identificar cuáles son las emociones que estamos sintiendo: miedo, inseguridad, rabia, tristeza, impotencia, etc. Ese primer reconocimiento tiene que estar exento de juicio. Esto ayudará en mucho a nuestra autocomprensión.
Lo siguiente es ver cómo esas emociones se manifiestan. Por ejemplo, peleo con las personas a mi alrededor, como más o como menos que antes, fumo más, me aparto de los otros.
Ese autoexamen nos puede ayudar a advertir y a corregir, tempranamente, comportamientos nocivos que solo agravarían nuestros problemas. Los vicios, por ejemplo, no nos sacarán del endeudamiento, tampoco enemistarnos con quienes nos quieren.
3. Trabajar en el balance de las emociones
4. Relájate. Sí, relájate
5. Comunícate
6. Actúa con serenidad
Si los síntomas persisten
En caso de que hayas intentado todo lo anterior y todavía persista una fuerte sensación de desconcierto y ansiedad, debes recurrir a ayuda especializada.
La atención psicológica puede ser una gran herramienta en momentos de gran presión, pues es posible que a los problemas económicos también se estén sumando otros de índole más personal.
De seguro te estarás preguntando: “Si tengo problemas financieros y de deudas, ¿de dónde saco dinero para costear la atención psicológica?”
Busca iniciativas de atención psicológica solidaria, que en ocasiones se ofrecen en las universidades (con la carrera de Psicología), hospitales públicos, organizaciones no gubernamentales, instituciones religiosas y grupos de apoyo.
Investigaciones psicológicas han determinado que los conflictos con endeudamientos pueden tener repercusiones en la salud.
Por ejemplo, un estudio hecho en 2012 en Chile deja entrever que las deudas que no cuentan con garantías pueden afectar el bienestar psicológico de las personas, incluso derivar en síntomas depresivos.
En especial aquellas contraídas con prestamistas, debido a los factores de los altos intereses, lapsos de cobro muy breve y presión intensa para la realización del pago.
Otros estudiosos de la psicología han descubierto vínculos entre niveles de endeudamiento y la prevalencia de la depresión posparto.
Con todo esto queremos decirte que debes llevarle la delantera a las dificultades financieras y de endeudamiento.
Recuerda: no obvies el problema, identifica tus emociones, recuerda tus logros y tus fuertes como persona, comunícate, despeja tu mente y planifica soluciones con serenidad. Y sí, es de humanos pedir ayuda; hazlo.