Agregué un crédito informal a mis deudas, ¿qué debo hacer ahora? 

03.03.22 01:38 PM By Jennifer

 Debes cuidarte de los créditos informales y de los riesgos que encierra, entre ellos la dificultad de mecanismos de negociación en caso de impago

Si ya tomaste un crédito con un prestamista informal, ¡no vuelvas a tomar otro crédito por esa vía!

 

En resumen, tomaste una mala decisión, así que no lo hagas de nuevo. Y aunque parezca un consejo tonto, los estudios realizados sobre los préstamos informales en América Latina indican que las personas suelen tomar varios de estos “créditos” casi simultáneamente.

 

Y lo hacen porque los intereses que cobran son muy elevados, las personas no consiguen aumentar sus ingresos rápidamente y toman el atajo de otro crédito informal para pagar el anterior.

 

De esta manera, las personas terminan en poco tiempo con varios créditos abiertos, lo que se traduce en un círculo vicioso de sobreendeudamiento.

 

Y esto conlleva al deterioro serio de las finanzas, de la tranquilidad, de las relaciones afectivas y hasta de la salud.

¿Qué tan costosos son los créditos informales?

 

En República Dominicana se puede llegar a cobrar intereses de 30% semanal por el monto prestado.

 

Hablamos de una cantidad muy elevada, y si tienes problemas de ingreso (pérdida del empleo o reducción de ventas de tu negocio) estás en menos condiciones para afrontar un endeudamiento de esta naturaleza.

 

Las personas suelen recurrir a estas alternativas cuando no tienen acceso a la banca formal, bien sea porque cuentan con pocos recursos o porque las trabas burocráticas se los impiden.

 

Pero también puede suceder con quienes ya son clientes de bancos. Pasa en ocasiones que agotan sus líneas de crédito (tarjetas de crédito, ampliación del límite de esta, préstamos personales, créditos hipotecarios o de vehículos, etc.) y se ven tentados a tomar financiación entre prestamistas informales.

 

Es decir, lo hacen cuando tienen ya varios frentes abiertos de deudas. Un escenario para la tormenta perfecta, ¡lo que hay que evitar a toda costa!

Los riesgos de los prestamistas informales

Además de cobrar intereses elevados, este tipo de proveedor de financiamiento incurre en varios abusos.

 

Por una parte, puede tomar algunos bienes en condición de préstamos, joyas, celulares, electrodomésticos. Se ha hecho muy común tomar la tarjeta de débito del prestatario. Incluso en algunos casos títulos de propiedad de motores, vehículos y hasta de negocios.

 

Esto último ocurre por las dificultades de financiamiento formal para los pequeños emprendedores en sectores humildes.

 

Encima, para tomar estos títulos le hacen firmar al prestatario contratos, los cuales en su mayoría son falsos y por los cuales los prestamistas cobran un monto por supuestos “gastos legales”.

 

Pero, sin duda, lo más peligroso de todo es el método de cobranza de este tipo de agentes; pues, pueden recurrir a las amenazas constantes, incluso el uso de la violencia para exigir el dinero adeudado.

La resolución de conflictos y deudas en el sistema formal

 

En un estudio difundido en marzo de 2021 por el Banco Interamericano de Desarrollo, se indicó que 53.4% de las mujeres en el país tienen una cuenta de banco y 42% algún tipo de préstamo.

 

Mientras que 56.2% de los hombres tienen cuenta bancaria y 46% algún tipo de crédito con la banca institucional.

 

Adicionalmente, la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, realizada por el Banco Central, calcula que 53.69 % de la población evaluada no posee cuentas bancarias o productos crediticio en los bancos del país.

 

¿Qué nos dice todo esto? Que gran cantidad de personas que necesita, incluso está deseosa, de entrar al sistema bancario para tener más oportunidades de crecimiento económico.

 

Por lo cual, de alguna forma, los que sí poseen estos servicios tienen cierto privilegio. De allí que los esfuerzos deben estar encaminados a permanecer en este sistema y usarlo para su crecimiento, no permitir ser excluido de este sistema.

 

Y esto puede ocurrir con el manejo indebido de los productos crediticios. Entre esas malas prácticas están:

 

  Sobregirarse con la tarjeta de crédito.

  Rebasar el límite adicional de dicho plástico.

  Retrasos con las cuotas de los préstamos personales, hipotecarios o de vehículos.

 

Con los bancos sí se puede negociar

 

Una de las grandes diferencias entre los prestamistas en la calle y las entidades financieras es que los primeros no están sujetos a ninguna ley u organismo que los regule.

 

En cambio, las leyes de la República Dominicana establecen para los bancos normas respecto a los lapsos de morosidad que se pueden cobrar, costos asociados, formas y lapsos para efectuar la cobranza. 

 

Mientras que los límites para los prestamistas se los ponen ellos mismos.

 

Otra gran diferencia es que con los créditos callejeros, por llamarlos de alguna forma, las posibilidades de negociación son pocas y complicadas en caso de impago.

 

Mientras que los bancos, en el fondo, están interesados en llegar a acuerdos para no perder su dinero. Esto supone recurrir a mecanismos tales como:

 

  Breve suspensión del cobro de una cuota.

  Rejuego con la tasa de interés.

  Lapso más flexible para el pago de las próximas cuotas.

  Extensión del lapso general del pago del crédito.

  Descuentos, en especial con las deudas de larga data.

 

Puede ser posible que esta sea la primera vez que sepas de estas ventajas. Y lo más seguro es que ello se deba a que el común de los clientes de los bancos tiene temor a negociar con el banco, no sepa cómo hacerlo, se confunda con los términos técnicos, los empleados sean muy burocráticos para negociar.

 

Pero, insistimos, lo que el banco desea es recuperar su dinero. ¿No querrías lo mismo tú si fueras el propietario del dinero?

 

Ante los puntos de fricción (que es la forma bonita de decir los desencuentros e incomprensiones) entre las entidades financieras y los clientes, han surgido agentes intermediarios.

 

Ellos tienen experiencia en los mercados financieros, también conocen al dedillo los términos legales y están en capacidad de negociar de tú a tú con los bancos en nombre de un cliente deudor.

 

Estos intermediarios, además, han aprovechado los beneficios de la tecnología para, vía aplicaciones de celular o páginas web, conectar a los clientes que se quieren poner al día con los bancos.

 

Y en cuestión de minutos, estos intermediarios pueden conseguir para los clientes esas ventajas que te mencionamos arriba, así como la posibilidad, inclusive, de que una tercera institución crediticia refinancie el pago de la deuda original.

 

En estos casos los lapsos, intereses y hasta saldos totales son más cómodos que tratar de solventar una deuda bancaria a través de un prestamista de la calle.

 

Recuerda: la solución a los endeudamientos en el sistema financiero formal está dentro de este sistema, a través de negociaciones directas con el banco o, si lo prefieres, con intermediarios avalados por las autoridades nacionales para renegociar tu(s) deuda(s).

 

Lo contrario, ir a la calle a exponerse a intereses elevadísimos, garantías sin contratos legales, cobros desmesurados y amenazas, implica exponerte a ti a tu familia a grandes riesgos económicos.